Carta de despedida 2013-II

Parte II

Viene de la entrada anterior...

De entonces, de cuando empecé, me acuerdo de algunos pacientes:

 - Recuerdo a JMP (17años) paciente de la Dra Lianes que tenía un tumor germinal, llevaba "todo muy bien" desde el punto de vista psicológico, nunca se desanimaba a pesar de no contar con el apoyo de su familia, de que su padre le culpara por estar enfermo y de lo mal que lo pasó con los tratamientos. Me acuerdo de las conversaciones que teníamos, parecían "poco profesionales" pero con el tiempo descubrí que esto se llamaba relación "terapéutica" y era fundamental para establecer la confianza que hace falta cuando luego quieres "ayudar" o "intervenir". Y me acuerdo muy bien como un día su doctora habló con él de la sedación y él accedió.
- recuerdo a una chica a la que acompañe en la terapia de duelo al haber perdido a su  marido en su segundo aniversario de boda y como pudo empezar a elaborar la pérdida a raíz de despedirse de la posibilidad de ser madre.
- recuerdo a un padre A.L. que nos fue relatando por escrito lo que sintió  durante los dos años que siguieron a la muerte de su hija.
- recuerdo a ese chico que quería ser tenista, esa mad

re (M.B.) que tenía hijos pequeños, esa gemela que no quería dejar a su hermana, ese emigrante, que quería volver a su país, esa chica que jugaba al baloncesto y después de cortarle la pierna se hizo entrenadora, esa mujer que me enseño lo que eran los chakras, ese hombre que se casó, esa hija que se pudo despedir, ese hombre que escribía poesía, …) y tantos y tantos más…


Recuerdo a muchos pacientes que lucharon con ilusión de ver su vida sin enfermedad, algunos lo lograron. Recuerdo otros que sacaban su mejor sonrisa,  los que se derrumbaban, los que no querían ver lo que pasaba, los que hacían de los médicos sus mejores aliados, de los que se enfadaban con todo el mundo, de los que “solo” pedían…. Un poco de… de los que lo conseguían, de los que se resignaban al no conseguirlo, de los que se arreglaban con sus familias, de los que no querían saber nada, de los que sacaban fuerzas de flaqueza y de los que no entendían que les estaba pasando… y de las familias rotas por el dolor, familias desafiadas y con ganas de aprender recursos, familias con ilusión por  aprovechar este tiempo, familias asustadas que no confíaban, familias que sacaban de dónde pensaban que no había, familias rotas para siempre y otras reencontradas, buscando maneras de reconstruirse…
En fin todas las respuestas posibles que el ser humano puede tener ante la adversidad, ante el dolor, ante el sufrimiento, ante la impotencia, ante los límites humanos, técnicos y científicos, enfrentándose al límite.


 Y yo con ellos he aprendido, he crecido, he llorado, he luchado, me he peleado, me he resignado, he respetado, he gritado, he acompañado, he huido, he enseñado y enseñado…. He vivido tantas cosas en el hospital que no se puede considerar que fuera solo “mi vida profesional”, porque cuando entras por la puerta y te pones la bata, esta no te protege, esta forma parte de ti. Lo difícil no es ponerse la bata, la mayoría la llevábamos puesta antes de elegir nuestra profesión, lo difícil es QUITÁRSELA. Por eso creo que cuesta despedirse, cuesta  dejarlo. Te da la sensación de que vas a perder esa parte de tu vida ahí vivida. Como si todas esas experiencias y aprendizajes solo pertenecieran a ese lugar y quizá sea así ¿no sé?, porque con el tiempo también me he dado cuenta que lo que se vive en el hospital, pertenece al hospital, a ese mundo, a esa “casa”, y no por todo el tema de la protección de datos y todas esas cosas, no, es porque cuando intentas comentarlo fuera, la gente no te entiende; te dicen “que ¿cómo puedes?”, que no les cuentes eso, que ellos no podrían, que qué valor hay que tener, y tú no sabes muy bien porque dicen eso, porque tu solo les estas contando lo que te pasa todos los días, así que poco a poco dejas de contarlo y solo lo comentas con los “compañeros” de la “casa”. Por eso muchos se casan, para poder hablar el mismo idioma en casa, para sentir que lo que dicen, sienten, hablan o piensan, no es tan raro.

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